Leamos de la vida

Tini De Bucourt: “La vida la podés vivir o sobrevivir; yo decidí vivirla”

Conversamos con Tini De Bucourt, modelo profesional que tras conectarse con su lado más espiritual se convirtió en experta en motivación personal. “Venía de una carrera que amé, pero tenía una carencia emocional muy grande”.

En un viaje inesperado a la India, se dio cuenta lo mucho que dependía de la mirada de los demás. Pero aquel país le ofreció la práctica del Om, “allí comprendí cómo la vida puede ser vivida o sobrevivida; y yo decidí vivirla”. 

En la industria de la moda descubrió algo muy positivo pero peligroso a la vez: la tribuna, los aplausos de la multitud. “Era un aplauso ficticio”, entiende hoy, porque bajo ningún punto de vista equivalía al de una guía, una madre o un padre, o alguien que dé de verdad, no como algo externo. Pero se había transformado en una “especialista en gustar”, dependiendo exclusivamente de la mirada positiva de los demás. 

Esta fragilidad la acompañó hasta la India, donde una nueva amiga, ante el desconcierto de Tini por no recibir agradecimientos, luego de regalar todas sus prendas, la increpó: “Pero Tini; ¿ellos te lo pidieron?”. Fue tan fuerte darse cuenta de lo mucho que dependía de la mirada de aprobación ajena, que a partir de ese día el cambio comenzó en ella, “fue como una linterna que apuntó mi sombra”.

De Bucourt asegura que en la segunda mitad de la vida sólo hay dos grandes palabras: voluntad y decisiones, y que hacer el volantazo es una enorme posibilidad. Su tip es perdonar, porque es el enojo el que no permite avanzar; “es tan tóxico que no te deja despertar el entusiasmo y la alegría que está adentro tuyo”. Tras aprender a perdonar –y a perdonarse–, sintió una verdadera transformación: “se me abrió un nuevo camino; que es posible a cualquier edad”.

Hoy no le teme al paso del tiempo, le gusta que su rostro se arrugue y hasta se maravilla, porque cada paisaje de su piel “son testimonios profundos en mi vida”. Solo hay algo que le importa; que sus ojos siempre brillen. Sabe que para irse liviana de este mundo, sin arrepentimientos, basta con amar el recorrido.

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